Bus de Miami beach a Miami downtown
En mi visita a Miami decidí alojarme en South Beach, en Miami beach, quería estar en el centro neurálgico del «cotarro» y además había encontrado un hostel genial muy bien ubicado (ya conocéis mi lema «hostel si, chinches no»)
Miami y Miami Beach a pesar de lo que mucha gente cree, son dos poblaciones distintas, ambas, junto a más de 20 ciudades y pueblos forman parte del condado de Miami – Dade.
Y aunque yo estaba en Miami Beach, disfrutando de su ambiente, sus puestos de socorristas y sus edificios Art Decó ¡no me queria ir sin ver Miami!
Le pregunté al chico de recepción del hostel (un encanto), qué me recomendaba ver en Miami y cuál era la mejor forma dede llegar. Me sugirió que fuera a visitar el barrio de Wynwood, el centro artístico de Florida y una de las mecas del Street Art del mundo.
Descartada la bici y uber… ¡me quedaba el bus!
El precio del billete de autobus en Miami son 2,25 dolares, aunque si tienes previsto cogerlo mucho, puedes comprar una tarjeta recargable, es más cómodo y práctico. Pero como a mi me gustan los retos… fui a lo fácil, (¡que era lo difícil!) pagar directamente en el bus. Y digo lo difícil porque los conductores de autobus no tienen cambio, tienes que poner el dinero justo en la máquina.
En el primer autobus llevaba el dinero justo, con lo que no hubo problema, le pregunté al conductor donde tenía que bajar para poder coger el bus numero 2 para ir a Wynwood y super encantador me indico la parada y la calle donde estaba la otra.
Pero el 2 es un autobus que tarda bastante, solo tenia un billete de 1 dolar y otro de 5 dolares, así que no llevaba justo para pagar el autobus.
El autobus de South beach, el número 120, para cerca del Museo de Miami, de la Biblioteca y de los juzgados, en la 2° aproximadamente. El autobús 2 estaba tardando mucho y como no llevaba suelto, decidí ir caminando, no sin antes parar a preguntar (cosa que por suerte tengo por costumbre) Paré a una mujer y a un hombre que hubiera dicho que o eran abogados o trabajaban en los juzgados
– «Disculpen, ¿hacia donde está Wynwood?»
Mi acercamiento les cogió por sorpresa y se giraron algo sobresaltados, aunque al verme (mi carita de turistilla angelical) se relajaron.
– «Estamos en la 2 y Wynwood queda sobre la 30»
– «¿Está lejos para ir andando?»
Él tendría casi 60 años, un gran volumen corporal y andaba con la ayuda de una muleta; ella no mediria más de 1,60, era delgadita con una media melena rubia y no llegaría a los 40 años, él la miró, y luego me miró y me dijo «No te lo recomiendo… ves con mucho cuidado»
Esto ya no me sonó muy bien, la verdad, pero justo cuando acababa de preguntar, el 2 pasaba sin tiempo para pararlo… lo que significaba 20 min más de espera (todo sea dicho, el transporte público en Miami no tiene demasiada frecuencia)
Así que decidí ir andando hasta que encontrara un sitio para cambiar, pero antes guardé la cámara reflex en la mochila y el móvil en el bolsillo, mis pantalones cortitos y piel blanquita «cantaban» ya suficiente a turista como para ir con «un cartel con luces de neon» anunciándolo.
Conforme me iba adentrando en Downtown entendí lo que el hombre me había querido decir… estaba en el Miami profundo.
Después de no encontrar cambio y escuchar un par de veces a varios que se cruzaban conmigo «Hey Mam», y hacerme totalmente la sueca (llevar gafas de sol ayuda mucho) y a otros hablando solos de una forma no muy cuerda, decidí no seguir andando y esperar al 2 en otra parada, casi en el medio de la nada, junto a un descampado, las siguientes calles no pintaban mucho mejor.
El bus tardaba bastante y cuando ya estaba deshaciendo el camino y volviendo a la parada anterior (que estaba un poco mejor situada), lo vi venir y volví corriendo ¡20 minutos más de espera no, por favor!
Le expliqué a la conductora mi situación económica, tenía 1 dolar o 5, me miró y me dijo «pon 1 y ya está», pero se nos adelantó una pasajera un tanto particular, que me ofreció cambio, así que finalmente puse 2, pero del 1/4 ni hablamos.
Le pregunté a la conductora que parada era la de los muros de Wynwood y me dijo «no te preocupes, yo te aviso». Cuando ya estábamos cerca, me llamó y super amable y sonriente me explicó que Wynwood eran todas esas calles, y que para volver solo tenia que coger el autobus en el otro lado, le devolví otra gran sonrisa y le di las gracias.
Gracias a la espontánea del bus, ya tenia cambio para volver, aunque sin rastro del 1/4 de dolar, tenia 0’10, aunque el siguiente conductor siguió el mismo modus operandi que los anteriores «pon los 10 de pico, perfecto» (“i au!” que diriamos por aquí)
¡Con lo que no sabría decirte lo que vale el billete de autobús de Miami! pero si sus conductores que son un amor. ¡Valen su peso en oro! ¡Y delgaditos precisamente no son!
*Consejo Viajero: Haz caso a los locales 😉
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Soy Clara, una viajera emocional e intimista.
Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona. ... y cuando vuelves, ves que todo está igual pero tú ya no eres la misma.
También soy comunicadora de viajes en podcast, radio, televisión, charlas, eventos, y he colaborado en diversos proyectos turísticos.
La vida es el auténtico viaje y lo importante es disfrutar de cada etapa del camino, es por ello por lo que Las sandalias de Ulises es un blog de viajes camino a Ítaca.