Oración en una Mezquita de Estambul
Hacía bastante tiempo que no veía a Osman, para ser exactos desde que acabamos nuestro Erasmus en Polonia y de eso habían pasado algunos años ya.
Estaba organizando mi viaje a Estambul y decidí escribirle, y aunque él vive en Ankara, quizá con un poco de suerte pudiera verlo. El destino, el azar o la casualidad, yo no creo en las casualidades, hizo que justo él fuera a estar en la preciosa ciudad turca uno de esos mismos días en los que yo me encontraba.
Los reencuentros siempre son mágicos y con Osman no podía ser de otra forma.
Quedamos en un punto del centro de Estambul y aunque era un lugar muy concurrido, ya desde lejos, a decenas de metros, nuestras sonrisas se identificaron mutuamente, la suya transmite una fuerza muy especial, y ya en la cercanía nos fundimos en fuerte un abrazo.
Osman no cumple con el estereotipo de turco, que dicen ellos mismos, es tirando a castaño, de tez muy clara y viste con camisetas y pantalones de colores muy llamativos, de morados a rojos, pasando por naranjas y todos combinados a la vez entre si, tiene una grandísima personalidad y eso se nota en cada uno de sus gestos.
Paseamos por la ciudad, nos pusimos al día, hablamos de mil cosas, nuestras, de Estambul, de Olsztyn, de Turquía, de Polonia, de Atatürk…
“Como todos los grandes viajeros, he visto más de lo que recuerdo y recuerdo más de lo que he visto” Benjamin Disraeli
Cruzamos el Bósforo, aquel día comimos en Asia. Recuerdo el menú como si fuera ayer, una patata gigante rellena de carne, con queso y especias, influencia rusa, me dijo Osman. Luego volvimos a Europa para tomarnos el postre, una especie de natillas con canela en la mesa del fondo de un pequeño café.
La música turca es única, me decía, nuestros sonidos alcanzan donde no lo hace ninguna otra. Osman tiene una sensibilidad especial para las artes, toca el piano y pinta, y ambas cosas las hace extraordinariamente. Tras un rato callejeando, entramos en una tienda de música y me dejé aconsejar por sus conocimientos musicales, compré varios CDs, 2 joyas que me siguen transportando a las animadas calles de Estambul cada vez que los escucho.
La música de la tienda de discos fue eclipsada por uno de mis sonidos favoritos de Estambul, la llamada a la oración. Las mezquitas se contestan unas a otras desde sus minaretes, informando a sus fieles de que se acerca la hora de rezar. Aquellas voces melódicas que salían de mezquitas grandes y pequeñas me erizaban la piel las 5 veces al día.
Justo en ese momento pasamos cerca de una pequeña mezquita y le pregunté a Osman si yo podía entrar en el momento de la oración, para verla, nunca había podido presenciar una y tampoco sabía si lo tenía permitido
«Espera», me dijo Osman
Se acercó a hablar con el imán y me hizo una señal con la mano para que entrara. Nos sentamos al final, y mientras el imán dirigía el rezo, Osman me iba explicando al detalle cada uno de los pasos de la oración «ahora damos gracias a Alah», «ahora hacemos referencia a todos sus nombres»…
Mis oídos estaban completamente abiertos y mis ojos no perdían detalle de cada movimiento de los fieles, que eran pocos en aquella ocasión.
Al finalizar la oración nos esperamos en la puerta, el imán quería saludarme, me dio la mano firmemente, me preguntó mi nombre, de donde era y donde nos habíamos conocido Osman y yo, «en Polonia!» un lugar curioso para ejercer de puente entre España y Turquía, sin duda. «Encantada de conocerte Clara» se despidió el Imán.
Les di las gracias por haberme permitido vivir aquel momento.
Ese día Osman, sin saberlo, me hizo un auténtico regalo, una experiencia espiritual única, una oración en una Mezquita de Estambul.
«Ciertamente quienes creen, quienes practican el judaísmo, los cristianos y los sabios -quienes creen en Dios y en el último Día y hacen obras pías-, tendrán su recompensa junto a su Señor. No hay temor por ellos, pues no serán entristecidos»
Corán, Azora 2, aleya 59
Oración en una Mezquita de Estambul | Las sandalias de Ulises | Diciembre de 2018
Soy Clara, una viajera emocional e intimista.
Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona. ... y cuando vuelves, ves que todo está igual pero tú ya no eres la misma.
También soy comunicadora de viajes en podcast, radio, televisión, charlas, eventos, y he colaborado en diversos proyectos turísticos.
La vida es el auténtico viaje y lo importante es disfrutar de cada etapa del camino, es por ello por lo que Las sandalias de Ulises es un blog de viajes camino a Ítaca.