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La Colina de la Cruces en Lituania, fe y resistencia
“Llegados al lugar llamado “La Calavera”, le crucificaron allí a él y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”… Era ya eso de mediodía cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la media tarde. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito dijo: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu” y, dicho esto, expiró”
Lucas 23, 33-46
Hoy te hablamos de...
Cientos de miles de cruces, conmueve solo imaginar la historia que esconde cada uno de ellas. Historias de fe, de gratitud, de esperanza o de consuelo, tantos motivos como cruces y tamaños, tanta alegría como dolor, cientos de miles de razones que solo la colina conoce y allí como si de un secreto de confesión se tratara, quedarán para siempre.
El origen de la Colina de las Cruces
A unos 12 km al norte Siauliau se encuentra Kryžių kalnas, así es como se conoce en lituano a esta colina, uno de los lugares de peregrinación más importantes de Lituania.
Su origen sigue siendo un misterio, son muchas las leyendas que rodean el montículo. Cuentan los viejos del lugar que a un agricultor cuya hija estaba gravemente enferma, una noche se le apreció en sueños una mujer vestida de blanco indicándole que si seguía sus instrucciones su hija sanaría, para ello debía tallar una cruz de madera y colocarla en una colina cercana. El obediente agricultor así lo hizo y al volver a casa vio que su hija había sanado.
Y aunque se cree que incluso aquella colina era ya un lugar de culto pagano, las primeras menciones por escrito aparecieron a principios del siglo XIX. Cuando los lituanos se rebelaron contra el gobierno zarista los familiares de las víctimas de las revueltas comenzaron a depositar allí cruces en homenaje a sus fallecidos, ya que en la mayoría de ocasiones no podían ni localizar los cuerpos de sus seres queridos.
La colina de las cruces símbolo de fe y resistencia
El zar limitó las expresiones religiosas y prohibió colocar cruces, pero los lituanos acudían a la colina a dejarlas. Más y más cruces iban apareciendo en aquel montículo cada mañana.
Cuando Lituania fue ocupada por la Unión Soviética, los soviéticos intentaron acabar con aquella costumbre, estaba estrictamente prohibido colocar cruces en las colinas, la arrasaron en diversas ocasiones, intentaron aplanarla, cortaron los caminos de acceso y hasta barajaron la posibilidad de construir una presa para hacerla desaparecer. Pero los soviéticos no conocían suficientemente a los lituanos, todos los intentos fueron inútiles, las crucen volvían a brotar cada mañana como las flores en primavera.
La colina se convirtió en un símbolo de resistencia frente a la opresión, a pesar del peligro y de las persecuciones el número de cruces seguía creciendo. Cuanto más se intentaba destruir, más y más fuerte resurgía la colina. En 1991 Lituania recuperó su independencia y unos pocos años después, ocurriría un hecho que convertiría a aquel pequeño montículo plagado de cruces en lugar de peregrinación mundial. El 7 de septiembre de 1993 el Papa Juan Pablo II visitó la Colina de las Cruces, celebró allí una misa multitudinaria, clavó una cruz en la colina y declaró el lugar símbolo de amor, fe y esperanza.
Cruces de madera tallada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
Tan resistentes a las inclemencias del tiempo como la fe de los lituanos, las cruces de la colina son de madera tallada en su mayoría, pero las encontramos también de todos los materiales imaginables, del mismo modo que las inscripciones que hay en ellas, en lituano, en inglés, en polaco, en ruso… incontables las lenguas, como las propias cruces.
La creación y el simbolismo de las cruces talladas en madera de roble fue declarada Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la UNESCO como símbolo de la identidad nacional y religiosa de Lituania. La tradición de tallar la madera para hacer crucifijos y tallas de Jesús ha ido transmitiéndose de padres a hijos, como herencia no solo de fe, sino también de cultura, se cree incluso que podría tener vínculos con el simbolismo de los árboles del culto pagano. Además de ver muchas de ellas en la Colina de las Cruces, también las podemos encontrar en los bordes de las carreteras, en los caminos y en las entradas de los pueblos. Y muchas de ellas incorporan elementos de metal como pequeños techos que cubren la figura de Jesucristo de los rigores del clima.
Mucho más allá de la fe
Cada uno de aquellos crucifijos ha sido colocado allí por cristianos, pero también por judíos, por musulmanes y hasta por ateos. Además de Cristos crucificados, la colina también está repleta de rosarios y vírgenes. La Colina de las Cruces va mucho más allá de la fe, es icono de esperanza y reconciliación. Símbolo de resistencia, las pocas cruces que fueron arrancadas como si de malas hierbas se trataran se convirtieron en cientos de miles que no dejaban de germinar como flores hasta cubrir la colina por completo.
El sol iba cayendo poco a poco, el ocaso estaba convirtiendo en infinitamente alargadas las sombras de aquellas cruces, tanto como el número de ellas que brotaban de la pequeña colina, sin ningún orden ni jerarquía. La suave brisa de la tarde hacía temblar las cuentas de los rosarios que se aferraban a los maderos como La Verónica al paño de la Santa Faz, pero aquí no había gritos ni llantos de dolor, solo silencio, recogimiento entre cientos de miles de cruces que te van atrapando mientras te adentras en ella sin apenas darte cuenta, como los arboles de un bosque. Un pequeño Gólgota sobrecogedor.
Era mi segunda vez en 10 años en la Colina de las Cruces de Lituania y seguía impresionándome tanto como la primera.
“Entonces José compró una sábana de lino, bajó el cuerpo y lo envolvió en ella. Luego lo puso en un sepulcro excavado en la roca, y tapó la entrada del sepulcro con una piedra.”
Marcos 15, 46-47
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La Colina de la Cruces en Lituania, fe y resistencia | Noviembre 2020 | Las sandalias de Ulises
Soy Clara, una viajera emocional e intimista.
Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona. ... y cuando vuelves, ves que todo está igual pero tú ya no eres la misma.
También soy comunicadora de viajes en podcast, radio, televisión, charlas, eventos, y he colaborado en diversos proyectos turísticos.
La vida es el auténtico viaje y lo importante es disfrutar de cada etapa del camino, es por ello por lo que Las sandalias de Ulises es un blog de viajes camino a Ítaca.