Cómo se celebra la Navidad en Polonia
Nunca había oído hablar de Sejny hasta que conocí a Karol y hasta ese momento tampoco imaginé que pasaría las Navidades en su casa, en el pueblo de Doctor en Alaska polaco. Una pequeña población de poco más de 5000 habitantes al norte de Polonia en el voivodato de Podlakia, a muy pocos kilómetros de la frontera con Lituania. Lo que viene siendo una de las zonas más frías y remotas de Polonia.

Ya imaginaréis la alegría de mi madre cuando le dije que ese año no pasaba las Navidades en casa y que me quedaba a pasarlas con la familia de mi amigo Karol.
Cómo le explicas a una madre que para tí es un regalo poder pasar las navidades con otra familia en otro país, a 3000 km de tu casa.
Tampoco imaginé que justo 10 años después sería la Embajada de Polonia en Madrid la que me haría este regalo, volver a vivir la tan especial Navidad polaca, junto a Marzenna Adamczyk, la embajadora de Polonia en España, una mujer increíble.

Como la decisión estaba tomada tampoco hubo mucho más que hacer y desde Olsztyn hice las maletas y cogí un tren en dirección a Suwalki, allí me está esperando Karol que me llevaría en coche hasta su pueblo.
Dos lustros más tarde, sería también un tren, pero esta vez el AVE, el me llevaría de vuelta a Polonia en Navidad.
Ese año el hermano de Karol pasarías las navidades en Inglaterra dónde trabajaba y yo ocuparía su lugar en la mesa. Aunque en Polonia en la cena de Nochebuena siempre hay una silla vacía y la mesa puesta, con un cubierto de más, para dar la bienvenida a todo aquel que no tenga donde cenar esa noche, como dice un proverbio polaco “Gosc w dom, Bóg w dom” “Un huésped en casa, Dios en casa”, es un símbolo de hospitalidad.
Como lo es Marzenna Adamczyk, la embajadora de Polonia en España, la personificación de la calidez, la amabilidad, la hospitalidad y por supuesto el sentido del humor polaco, (me recuerda muchísimo a mi querida amiga Aniołek, mi kochana).

Polonia es un país precioso, con bellas ciudades, paisajes increíbles y deliciosa gastronomía, aunque su verdadero tesoro son los polacos. La gente que he conocido en los dos años que viví en Polonia, mucho más que sus lugares, es lo que han hecho del país mi segunda patria, grandes amigos, que siempre están ahí, mi otra familia.
Tras conducir por interminables carreteras que cruzaban bosques infinitos, llegamos a Sejny.
Dada su proximidad con Lituania este pequeño pueblo ha sido siempre un crisol de culturas y religiones, siendo hoy aún en día su sinagoga un centro cultural muy importante.

Una vez en Sejny nos quedaba una de las tareas más importantes, ¡comprar el árbol de Navidad! Paramos en la gasolinera del pueblo para comprar un árbol, ¡un árbol de verdad! Allí en uno de los lugares más recónditos de Polonia no existían los árboles de plástico.
La casa de los padres de Karol tenían el espacio mejor aprovechado que he visto nunca, una casa pequeña pero muy acogedora, tanto como la sonrisa de su madre, una de las personas más dulces que he conocido nunca y con la que yo me entendía a la perfección, además de con frases sueltas en polaco, con señas, pero sobre todo con sonrisas, muchas sonrisas. Suena a tópico pero la sonrisa es el idioma más universal que existe, ya que te conecta desde lo más profundo del corazón.
Sin duda iban a ser unas navidades muy distintas y eso las hacía si cabe más especiales.
Su madre bajó al trastero y volvió cargada de cajas. En ellas estaban las decoraciones del árbol de Navidad que había ido comprando a lo largo de los años. Había bolas que tenían más Navidades que yo años cumplidos. Era 24 de Diciembre, el día que según la tradición polaca hay que decorar el árbol, antes de la esperada Wigilia, la cena de Nochebuena, el ritual más importante del año.

Tradiciones navideñas en Polonia
Cuando la primera estrella aparece en el cielo, a modo de señal divina, los comensales se sientan en la mesa y comienza la Wigilia, la cena de Nochebuena y el evento más emotivo y familiar de la Navidad polaca.
Pero antes de comenzar a degustar los 12 platos, tantos como el número de apóstoles, se intercambia entre los presentes pedacitos de opłatek, obleas en forma rectangular con imágenes navideñas en relieve. Estos pedazos compartidos van acompañados de los mejores deseos, dar y recibir, palabras de amor y perdón, un momento para abrir los corazones.

Cena de Nochebuena en Polonia
La mesa de la cena de Nochebuena luce sus mejores galas, la vajilla y la cubertería más lujosa hacen acto de presencia y bajo el precioso mantel de tela, un poco de heno, para recordar que Jesús nacerá esa noche en un humilde pesebre.
Entre esos 12 platos, totalmente caseros y que requieren de muchas horas de elaboración, no hay lugar para la carne, que está prohibida esa noche, pero si para el pescado, que es uno de los grandes protagonistas.
La cena comienza, como no podía ser de otra forma, con una sopa, que puede ser Barszcz czerwony, de remolacha con raviolis rellenos de setas o Grzybowa, una deliciosa sopa de champiñones.

Uno de los pescados protagonista de esta noche tan especial, es la carpa, que se prepara de distintas formas, entre ellas frita y en gelatina salada, un curioso a la par que delicioso plato, que tiene origen judío y que no puede faltar nunca en la cena de Nochebuena.

Tampoco puede faltar en la mesa la col fermentada, uno de los alimentos básicos de la gastronomía polaca, además de los deliciosos pierogi, las empanadillas rellenas y uno de mis platos favoritos.
Otro de los pescados protagonistas de la noche es el arenque en sus múltiples versiones, arenque con nata, arenque en ensalada, con cebolla…

Dulces polacos navideños
Polonia es un país en el que el dulce y las tartas siempre están muy presentes, un lugar no apto para golosos o el paraíso, ¡según se mire! Y estos no pueden faltar tampoco en Navidad. Estas fechas tas señaladas tienen sus propios dulces tradicionales, en los que las semillas de amapola son las grandes protagonistas. Dulces como makiełki, un rollo de crema de semillas de amapolas, pasas, naranja, nueces, almendra… una verdadera delicia, o łamańce, unas galletas que se untan en una crema de semillas de amapola, además de los Pierniczki, las galletas de jengibre a menudo rellenas de mermelada y cubiertas por una capa de chocolate, originarias de Torun, la población natal de Nicolas Kopernico.

Y aunque la podremos encontrar en cualquier época del año, sernik, mi tarta favorita, la tarta de queso, no faltará tampoco a la cita navideña.

Mientras aún estábamos cenando, alguien llamó a la puerta, ¿el comensal inesperado, quizá? No, se trataba de unos niños disfrazados que venían a pedir el aguinaldo. Tradición que aún se conserva en algunos pequeños pueblos.
Otra de las tradiciones que no puede faltar en Nochebuena en Polonia son los kolędy, los Villancicos. Esta música pausada y emotiva es cantada por grandes y pequeños, en las casas, en la iglesia y hasta en la embajada. En las épocas de censura y represión los villancicos llegaron a constituir un himno para los polacos, reconstituyendo el alma y uniendo a la población en los momentos difíciles, que fueron muchos.

La noche del 24 de Diciembre es también el momento de abrir los regalos. Bajo el precioso árbol que tan cuidadosamente habíamos decorado Karol y yo, ¡había un paquete para mí! ¡Una preciosa bola de Navidad gigante pintada a mano!
La Misa del Gallo en Polonia
Y tras la cena y los regalos, la Misa del Gallo.
Se llama así a la Misa que tiene lugar la medianoche del 24 al 25 de Diciembre, cuando comienza el nuevo día, el día de Navidad, “Ad galli cantus”, al canto del gallo.

25 y 26 de diciembre en Polonia
El día de Navidad se abre la veda para la carne desde el mismo desayuno, con lo que cuando aún no había hecho la digestión de la cena de la Wigilia ya me esperaban interminables sesiones de manjares polacos hasta la indigestión, que también es algo muy típico polaco en estas fechas.
El día 25 recorrimos Sejny y sus alrededores, un precioso paisaje de granjas, campos y grandes nidos de cigüeñas, para pasar el día visitando a las abuelas de Karol. El día de Navidad y el día de San Esteban en Polonia son días de encuentros y visitas a familiares y amigos, siempre alrededor de una mesa en la que nunca falta comida.

Como tampoco faltó ningún plato tradicional en la Embajada de Polonia en Madrid. Mis labios no podían dejar de sonreír mientras mi paladar saboreaba recuerdos y emociones, y de mi boca salían sonidos impronunciables que sólo los polacos conocen. “Dziekuje Bardzo, Wesołych Świąt”, me despedí de la Embajadora Marzenna Adamczyk y de todo el encantador elenco de la embajada, que me devolvieron tres besos y una gran sonrisa.

Bajé las preciosas escaleras simétricas que dan acceso a la entrada principal de la Embajada de Polonia, dejando tras de mi una de las noches más especiales que he tenido en mucho tiempo, un viaje a lo más profundo de mi corazón, a mi querida Polonia.
“Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón”
Mateo 6, 19-23
Y el mío, como el de Chopin, está en Polonia.

La Navidad en Polonia | Diciembre 2018 | Las sandalias de Ulises
Soy Clara, una viajera emocional y cultureta.
Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona.
... y cuando vuelves, ves que todo está igual pero tú ya no eres la misma.
La vida es el auténtico viaje y lo importante es disfrutar de cada etapa del camino, es por ello por lo que Las sandalias de Ulises es un blog de viajes camino a Ítaca.