Aborígenes australianos, las generaciones robadas
El barco nos llevaba mar adentro, la vista de Cairns se perdía en el horizonte y el agua marronácea y opaca de la selva daba paso a un azul cristalino y transparente.
Estaba sentada junto a mí, corales rojizos recorrían la piel blanca y fina de su brazo hasta el codo, la única superficie que quedaba libre. Justo sobre el cúbito una preciosa tortuga parecía nadar sobre los brillantes corales y espectaculares peces de colores inundaban toda la piel.
Todos los seres vivos de la Gran Barrera de Coral estaban plasmados en la epidermis de su brazo, Nemo incluído.
Era y sigue siendo el tatuaje más bonito que he visto jamás
“El color amarillo ha sido lo más doloroso, pero ¡que hay más bonito que llevar siempre contigo lo que más amas!” me dijo.
No recuerdo su nombre, pero si su conversación, era instructora de buceo y una mujer de principios y valores férreos.
Ella fue la primera persona que me habló de la generación robada
“Nadie quiere hablar de esto” me dijo, “es uno de los episodios más oscuros de la historia de Australia, y no hace tanto de ello” su semblante era serio y el brillo de sus ojos desprendía un profundo sentimiento de tristeza y coraje.
Durante más de medio siglo, mayoritariamente entre los años 1910 y 1976 aproximadamente, los niños fruto de parejas mixtas formadas por blanco y aborigen, fueron arrancados de sus familias y llevados a “civilizar” a orfanatos y casas de acogida en las grandes ciudades, acabando la gran mayoría de ellos como mano de obra barata, en casas de blancos como sirvientes y criados.
En los orfanatos se les prohibía hablar su idioma, bailar o realizar cualquier actividad relacionada con su cultura y si lo hacían, eran duramente castigados. El objetivo era borrar todo rastro de cultura aborigen, por ello los mestizos de piel clara estaban mucho más cotizados
La mayoría de ellos jamás volvieron a ver a sus familias y siguen buscándolas a día de hoy.
Una desgarradora política racial llevada a cabo por el Gobierno australiano y por algunas misiones religiosas cristianas durante casi un siglo, que ha dejado un rastro de vidas rotas que luchan desesperadamente por saber quiénes son, no solo legalmente, sino en su interior, en lo más profundo de su ser.
Los Aborígenes australianos son la civilización viva más antigua del planeta y llevaban en Australia unos 60.000 años cuando los primeros ingleses desembarcaron en 1770.
A su llegada a tierras australianas en el siglo XVIII los ingleses declararon que Australia era “Terra nullius“, tierra de nadie, con lo que ellos eran los nuevos propietarios. Los colonos desterraron a los aborígenes a las tierras áridas del interior y mermaron drásticamente su población trayéndoles enfermedades y epidemias, además del alcohol, una plaga silenciosa que a día de hoy aún constituye un grave problema social en parte de la población aborigen, especialmente en las ciudades.
Masacres y matanzas hicieron además que en menos de dos siglos, la población aborigen pasara de un millón a poco más de 90.000. Actualmente constituyen solo el 3% de la población de Australia.
La segunda mitad del siglo XX supuso un punto de inflexión, en 1962 la Commonwealth dio el derecho de voto a los aborígenes, pero hasta 1967 no fueron considerados ciudadanos, años en los que curiosamente seguían teniendo lugar los secuestros de niños mestizos por parte del gobierno.
En 1992, en lo que fue un juicio histórico conocido como el Caso Mabo, se anuló el “Terra Nullius“, significando esto el reconocimiento de títulos nativos de los aborígenes sobre amplias zonas territoriales australianas.
Y no fue hasta hace 10 años cuando el Gobierno australiano pidió perdón por las barbaries cometidas contra la población aborigen. Aunque queda mucho por hacer más allá de los símbolos, ya que las comunidades aborígenes australianas presentan graves deficiencias sanitarias y económicas, siendo la diferencia en la esperanza de vida de hasta 17 años con respecto a la de los no aborígenes, y casi el 20% de ellos vive por debajo del umbral de la pobreza. Una dolorosa y triste realidad en el país que cuenta con la mejor calidad de vida del mundo.
El barco ya no se movía, nos habíamos acercado al arrecife lo suficiente como para ver los corales desde la superficie. Sonó la campana, era hora de bajar. Su tatuaje quedó cubierto por completo por el neopreno, cogió las botellas y la perdí de vista en el fondo del mar. Allí abajo entre corales y almejas gigantes reinaba el silencio y la paz, pero en mi mente seguían las imágenes de bebes y niños siendo arrancados de los brazos de sus madres, lágrimas y gritos de dolor de niños huérfanos por la intolerancia y de familias rotas por la cerrazón.
Volví al barco, y allí estaba ella de nuevo, limpiando la sangre del brazo de un buceador que había sido empujado por el oleaje hacia los corales, tremendamente bellos, pero afilados y punzantes como pequeñas cuchillas. Una cicatriz que probablemente se le quedaría para siempre, tal y como le pasa a Australia con su generación robada.
La historia de Australia de la que nadie te hablará… las generaciones robadas | Julio 2018 | Las sandalias de Ulises
Soy Clara, una viajera emocional e intimista.
Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona. ... y cuando vuelves, ves que todo está igual pero tú ya no eres la misma.
También soy comunicadora de viajes en podcast, radio, televisión, charlas, eventos, y he colaborado en diversos proyectos turísticos.
La vida es el auténtico viaje y lo importante es disfrutar de cada etapa del camino, es por ello por lo que Las sandalias de Ulises es un blog de viajes camino a Ítaca.