Hegra, el tesoro nabateo de AlUla, en Arabia Saudita

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Hegra, el tesoro nabateo de AlUla, en Arabia Saudí

 

“¿Eso que llevas ahí es un bisht?!”
Colgado del brazo para intentar no arrastrarlo por la arena del desierto, llevaba el bisht que me había comprado la noche anterior en Riad.

“¿Te lo vas a poner verdad?”, me dijo la guía con su dulce voz, con una ilusión tal que era igualable a la que sentí yo al comprármelo.

 

El nicab que llevaba puesto solo me permitía verle los ojos, que oscuros y de largas pestañas, eran preciosos, como los de la mayoría de mujeres saudíes con las que había podido intercambiar miradas.

 

Me quité la vergüenza de encima y cubrí mis hombros con la lujosa prenda tradicional saudí con la que se visten reyes y autoridades, pero también los hombres saudíes en los momentos especiales.

“Wow, espectacular”, dijeron las dos guías al unísono al vérmelo puesto.

 

La verdad es que no se me ocurría mejor lugar para lucirlo que en Hegra

 

Con mi bisht en Hegra

 

 

 

 

 

Hegra, la segunda ciudad nabatea más importante después de Petra.

 

Conservada por las arenas del desierto, oculta a los ojos del mundo hasta hace apenas unos años, Hegra, también conocida como Mada’in Salih, ha permanecido prácticamente intacta durante casi 2.000 años. Hoy la ciudad nabatea de Arabia Saudita aparece ante nosotros como lo que es, un regalo de la historia.

Hogar de los nabateos, que como hicieran en Petra, en Jordania, esculpieron sus tumbas en las rocas, Hegra se acabó convirtiendo en una gran necrópolis que albergaba más de un centenar de tumbas, la más antigua data del siglo I a.C y la más reciente del año 70 d.C.

 

Necrópolis nabatea de Hegra

 

A mi mente se agolpaban imágenes a modo de recuerdos, muchos detalles del exterior de las tumbas me resultaban familiares. Pero no era en Petra donde lo había visto. Y si no era en Jordania entonces, ¿adónde me llevaban mis recuerdos?

Mucho más sencillas que las tumbas de Petra, las de Hegra, en AlUla, me recordaban a las de Naqsh I-Rustam, la necrópolis de los reyes aqueménidas que se encuentran muy próximas a Persépolis, en Irán.
Fascinada me quedé cuando vi las tumbas de Dario y Jerjes en la antigua Persia y más impactada aún me estaba quedando ahora.

 

Naqsh I-Rustam, la necrópolis de los reyes aqueménidas en Irán.

 

 

Aquel lugar era único en el mundo.

Era consciente de que pocos ojos habían podido contemplar estas tres impresionantes necrópolis: Petra en Jordania, Naqsh I-Rustam en Irán y Hegra en Arabia Saudí.
Me sentía en una nube.

 

 

 

Quiénes eran los nabateos

 

Oro, incienso y mirra… ¿qué familiar suena eso, verdad? el significado de los regalos que los Reyes Magos hicieron al niño Jesús, son también reflejo y huella de la historia. El testimonio de las rutas comerciales más importantes en aquel tiempo, la del incienso y la mirra que cruzaban desde el sur de Arabia y Jordania hasta el Mediterráneo y Egipto

No sabemos a ciencia cierta, si la estrella de Belén cruzó el cielo de Hegra, pero esta ciudad si formó parte de estas grandes rutas comerciales.

 

Los nabateos eran nómadas que vivieron en el desierto y con el tiempo, se convirtieron en comerciantes que controlaban los lugares más importantes de la ruta del incienso.
Caravanas de camellos, cargados de especias, cruzaban las arenas del desierto, pasando por la ciudad nabatea de Hegra.

Pero mientras el imperio romano se iba expandiendo, el nabateo fue disminuyendo poco a poco hasta perderse por completo, desapareciendo para siempre entre las arenas del desierto.

¿Para siempre?

 

Tumbas en las rocas, ciudad nabatea en AlUla, Arabia Saudita

 

Petra, la ciudad nabatea más importante de todos los tiempos fue redesdescubierta en 1812 por el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt, aunque las tribus beduinas de Jordania habían vivido en sus cuevas durante mucho tiempo.

Pero no sería la única en aparecer ante los ojos del mundo, las arenas del desierto de Arabia guardaban aún otro gran tesoro nabateo, que no sería descubierto hasta mucho tiempo después. Y esa joya oculta era Hegra, que se convertiría en el primer lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en Arabia Saudita.

 

Horizonte ciudad nabatea de Hegra, en Arabia Saudita

 

 

Visitar Hegra, en AlUla

 

No recuerdo la cantidad de horas que pasé en Petra, subiendo rocas y casi escalando montañas hasta llegar sin aliento a lo alto del majestuoso monasterio. Me temblaban las piernas pero no podía dejar de mirar la maravilla tenía ante mí.

Y aunque ambas ciudades eran nabateas, nada tenían que ver una y la otra.

La ubicación diseminada de las tumbas y petrogrifos de Hegra en Arabia Saudí, hacen imposible la visita libre en su interior.
En la entrada del recinto arqueológico me recibieron con un zumo fresquito de mango en un vaso de arcilla (con los 40 grados de temperatura lo agradecí como el que encuentra un oasis en pleno desierto).

 

Centro de bienvenida en Hegra, sitio arqueologico nabateo de AlUla

 

En el pequeño centro de interpretación del sitio arqueológico me aguardaba a mi vuelta la mirada penetrante de la historia, la cara más humana de Hegra. Ella tenía nombre y rostro, pero yo aún no lo sabía, lo descubriría recorriendo su última morada.

 

Tras refrescarme subí al autobús que reunía a todos los que teníamos la entrada para esa hora, apenas unas 10 personas, más las dos guías y el guía, que nos acompañarían durante todo el recorrido.
No había posibilidad de perderse entre tumbas y petroglifos.

 

Necrópolis nabatea de Hegra en AlUla, Arabia Saudita

 

 

Al aproximarnos a las primeras tumbas de la necrópolis, se acercó a mí una joven paquistaní que viajaba con su familia, mi bisht no pasaba desapercibido en las arenas del desierto.
Ella apenas hablaba inglés, pero le podían las ganas de intercambiar unas palabras conmigo. Me presentó a su madre y como pudimos, conseguimos entablar una breve conversación.

 

“¡De España!”, mientras lo decía, hizo un corazón con los dedos de sus manos. Aquella escena se repetía constantemente en Arabia Saudí cada vez que me preguntaban por mi lugar de origen.
No imaginaba que mi pasaporte abriera tantas puertas y menos aún, tantos corazones.

Ellos venían de peregrinar a la Meca y estaban aprovechando para viajar por Arabia Saudí, y AlUla era sin duda una visita imprescindible.

Su madre me tocó cariñosamente la cabeza a modo de despedida y juntas las tres volvimos hasta donde estaba el resto del pequeño grupo.

 

“Tengo que hacerte una foto así vestida”, me dijo una de las guías, y tras hacerla me pidió prestado el móvil para a modo de espejo ponerse bien en nicab que el viento le desordenaba constantemente.

 

Hegra, la ciudad nabatea de AlUla, Arabia Saudita

 

 

Se había creado una curiosa conexión entre las mujeres que estábamos en aquel lugar y no era casualidad, Hegra tenía una poderosísima historia femenina detrás y su nombre era Hinat.

 

 

Hinat, cara a cara con el rostro de la historia

 

Corría el año 2008 cuando comenzaron las primeras excavaciones arqueológicas en Hegra. Una investigación conjunta franco-saudí empezó a sacar a la luz la necrópolis escondida durante miles de años bajo las arenas del desierto de AlUla.

Una inscripción los dejó intrigados: “Esta es la tumba que Hinat, hija de Wahbu, hizo para ella, sus hijos y sus descendientes para siempre. Y nadie tiene derecho a venderlo, ni a darlo en prenda, ni a otorgar un contrato de arrendamiento sobre esta tumba. Y quien haga otra cosa, su parte recaerá en su legítimo heredero. En el año veintiuno del rey Maliku, rey de los nabateos.”

 

 

Aquella tumba, la IGN 117 tenía dueña y además su cuerpo seguía allí mismo, enterrado en su interior. La tumba de Hinat no había sido profanada y a pesar del paso del tiempo, su cuerpo estaba prácticamente completo. No muy lejos de sus restos había huesos de algunos de sus familiares, además de fragmentos de telas, cuero, y dátiles unidos entre sí formando un collar. Los dátiles árabes, tan simbólicos ellos, siempre habían estado presentes a lo largo de la historia.

 

Entré en el interior de una de las tumbas, de la que está permitido hacerlo. Estaba vacía, sencilla y sin decoraciones, tan solo los nichos correspondientes a cada cuerpo daban una pista de que aquello se trataba de una necrópolis.

 

Interior de las tumbas nabateas, Alula, Arabia Saudita

 

 

El lujo quedaba aquí de puertas para afuera. Leones, águilas, serpientes e incluso esfinges femeninas custodiaban la entrada a algunas de ellas. Pero en la parte superior de todas, nunca faltaban los simbólicos escalones para que las almas pudieran subir hacia el cielo.

 

Escalones hacia el cielo

 

Y si las tumbas estaban vacías, ¿dónde estaba Hinat entonces?

 

Ella esperaba a los visitantes al final del recorrido. Su rostro reproducido en tres dimensiones gracias al buen estado de conservación de sus huesos, era tan realista que mirarla a los ojos, era mirar a los ojos de la historia. Ya no hacía falta imaginarse cómo eran los nabateos porque era ya posible ver su auténtico rostro.
Más allá de lo impactante de su imagen que parecía real, es que en el fondo lo era, ya que solo había que mirar a la gente, muchos habitantes de AlUla compartían rasgos con el rostro de Hinat, la mujer nabatea más famosa de Hegra.

Habían pasado dos mil años, pero aquel lugar estaba más vivo que nunca.

 

Hinat, el rostro nabateo de Hegra, AlUla

 

 

El castillo solitario, la tumba inacabada de Hegra.

 

Pero los tesoros de Hegra no acababan ahí, faltaba la joya de la corona, la imagen más icónica de la ciudad nabatea, la guinda del pastel del sitio arqueológico… y ese era el castillo solitario.

Cuando divisé su silueta a lo lejos, contuve la respiración, esa tumba era una de las razones que me habían traído hasta Arabia Saudita.

No hay fotografía que haga justicia a la belleza sin igual del lugar.

 

Hegra, la ciudad nabatea de Arabia Saudita

 

Aislado del resto, el conocido como Qasr Al Farid, “el castillo solitario”, es la tumba más icónica y famosa de Arabia Saudí.
Esta tumba estaba destinada a alojar a Lihyan, hijo de Kuza, pero jamás fue finalizada. Si las piedras pudieran hablar, nos dirían las razones de aquel abandono, aunque de alguna forma si somos capaces de observar, sí lo hacen.

 

Siguiendo las antiguas técnicas arquitectónicas nabateas, esta espectacular tumba está tallada en la roca de arriba hacia abajo.
En la parte superior de los más de 20 metros de fachada, no falta el friso escalonado que conduce a las almas hasta el cielo. Como un portal a otra dimensión su entrada principal nos invita a imaginar una viaje al más allá a través de la gran roca ovalada que la contiene.

 

Tumba inacabada de Hegra, tesoro nabateo de Arabia Saudita, AlUla

 

Su belleza es absolutamente hipnótica, no podía dejar de mirarla.

 

Lo mejor para el final, como un postre delicioso que te deja un dulce sabor de boca. Las más de dos horas y media de visita se me hicieron cortas.

 

¿Y si nunca se llegó a acabar, donde sería enterrado Lihyan finalmente?
Los nabateos dejaron muchas preguntas sin respuesta, pero su legado tiene hoy un valor incalculable.
Una civilización perdida, o quizá no tanto como pensamos.

 

Rostros en las rocas, en Hegra, AlUla, Arabia Saudita

 

 

“¿Realmente vale tanto la pena?”
Me dijo mirándome con sus ojos azul grisáceo y un acento inglés suizo.
Acabábamos de coincidir en el hall del hotel en Jeddah, era el último día de su viaje a Arabia Saudita, no había ido a AlUla y a sus 80 años no tenía previsto volver.
Se me hizo un nudo en la garganta, y no supe que decirle, para mí lo valía todo.

 

 

Atardecer en Alula, Arabia Saudita

 

 

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Hegra, el tesoro nabateo de AlUla, en Arabia Saudita | Febrero 2024 | Las sandalias de Ulises

 

 

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Soy Clara, una viajera emocional e intimista.

Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona. ... y cuando vuelves, ves que todo está igual pero tú ya no eres la misma.

También soy comunicadora de viajes en podcast, radio, televisión, charlas, eventos, y he colaborado en diversos proyectos turísticos.

La vida es el auténtico viaje y lo importante es disfrutar de cada etapa del camino, es por ello por lo que Las sandalias de Ulises es un blog de viajes camino a Ítaca.

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