La terrible entrada a la Antártida, ¿Pasaje de Drake o de Hoces?
“Cuando cierro los ojos aún puedo escuchar el sonido de las olas chocando brutalmente contra las barandillas del barco, Clara. Jamás podré olvidar aquel mar terrible.” Me dijo Isaac, gran viajero y amigo, autor del blog de viajes Chavetas, que tiene tatuado a fuego en su memoria su travesía por el terrible Pasaje de Drake en su viaje a la Antártida.
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La puerta de entrada a la Antártida
Como hiciera Edipo con la Esfinge de Tebas resolviendo el acertijo, el temible Mar de Hoces, también conocido como Pasaje de Drake, es la dura prueba que hay que superar para llegar hasta el paraje más virgen del planeta. El sexto continente, la tierra que coronó a Amundsen y que acabó sin piedad con la vida de Scott, cuyas aguas engulleron para siempre al San Telmo y a los más de 600 tripulantes que iban en él. Aquellos españoles que probablemente fueron los primeros pies humanos en caminar por la Antártida pero que no sobrevivieron para contarlo y figurar en los anales de la Historia.

El lugar más inhóspito del planeta, un inaccesible desierto helado que espera impasible a los pocos que se atreven a adentrarse a contemplarlo. La naturaleza más bella y más cruel al mismo tiempo, que se ha llevado vidas y sueños y en la que la improvisación y el orgullo se pagan muy caros. Scott lo dejaría escrito en su diario, aunque con otras palabras, más bellas y poéticas, las del que sabe que su final está cerca, tanto que ya lo roza con sus dedos congelados.

La indomable naturaleza en la que solo unos pocos animales, como los pingüinos de la Antártida, son capaces de sobrevivir y el hombre se adapta como puede en pro de la ciencia para encontrar respuestas a muchas preguntas aún sin responder.
“Los obstáculos sólo son barreras que hay que superar”, decía Shackleton.
Si las gélidas temperaturas del invierno siberiano no me habían frenado a la hora de viajar al Lago Baikal con Polar Raid y caminar sobre su superficie helada a -33°C, el mareo que me había acompañado con cada curva y trayecto tanto en coche como en barco, desde mi más tierna infancia, no iban a ser un impedimento para viajar a la Antártida, también con Polar Raid. La biodramina, la mentalización y la motivación por cumplir un sueño iban a ser mis grandes aliados para esos duros días de travesía. Parafraseando al héroe del Endurance, el pasaje de Drake era solo una terrible barrera que había que superar para llegar a cumplir el sueño del continente blanco.

El mar más peligroso del planeta
“Nos espera un Pasaje de Drake o Mar de Hoces bastante complicado”, se oyó la voz pausada y profunda del capitán del buque Ushuaia desde el puente. A pesar de lo que puedan significar esas palabras, el capitán Sergio Osiroff transmitía la calma del que conoce todos los secretos del mar, del que como Francisco de Hoces se ha curtido en las aguas más feroces del planeta, que también llevan su nombre.

Con una extensión aproximada de 800 kilómetros, el Mar de Hoces es el encuentro entre el Océano Pacífico y el Océano Atlántico, el cruce más corto entre el continente antártico y el resto de los continentes y cuya navegación dura aproximadamente 48 horas.
Durante estos dos días de travesía, el que está considerado como el mar con las aguas más tormentosas del planeta, nos puede golpear con olas de más de 10 metros y vientos que pueden superar los 150 kilómetros por hora, cifras que con solo verlas ponen los pelos de punta. No hay ni rastro de tierra en los alrededores que pueda contener a estas feroces ráfagas de viento que juegan a su antojo con los barcos que se atreven a adentrarse en él, como Eolo con un barco de papel.

“Les habla Martín desde el Puente, por favor, extremen todas las precauciones y eviten moverse por el barco lo máximo posible. Está terminantemente prohibido salir a las cubiertas. Fijen al máximo todos los objetos de su habitación y a poder ser, no salgan de ella.”
Un escalofrío me recorrió la espalda, las palabras de Martín Rosas, el ingeniero y naturalista de la expedición, provocaron en mí el terror del que se enfrenta a un mal desconocido. La función de la barrera a modo de barandilla en el lateral de la cama cobraba ahora todo su sentido, del mismo modo que los tornillos que fijaban al suelo todo el mobiliario del barco, no sé si eso me tranquilizaba más o menos que saber que hay buques rusos que incluso tienen cinturón de seguridad en las camas.

Dicen los marinos que el Drake solo conoce tres estados: un plato, un batido y un peaje a pagar. Como si Poseidón lanzara los dados, es el mar el que decide tu suerte y los giros de guión dentro del Drake pueden ser tan imprevisibles como espeluznantes.
El Mar de Hoces, popularizado por los británicos como Pasaje de Drake, permite además conectar las tres cuencas oceánicas principales, la atlántica, la del Pacífico y la del Índico, a través de la Corriente Circumpolar Antártica. Esta Corriente es el único intercambio a gran escala que se produce entre los océanos del mundo y que mantiene las aguas cálidas del océano alejadas del sexto continente, lo que permite que la Antártida mantenga su glaciar continental, la enorme capa de hielo que cubre un área de casi 14 millones de kilómetros cuadrados, el 90 por ciento de la masa de hielo de la Tierra.

¿Por qué se llama Pasaje de Drake al Mar de Hoces?
Una circunstancia que parece que se repite en la historia y no con poca frecuencia, es que un lugar o un hecho se acabe conociendo con un nombre distinto al del de la primera persona que lo vio, lo descubrió o lo dio a conocer. Este es el caso de mares, continentes, fenómenos naturales o incluso inventos. El poder que tiene una buena propaganda lo sabían hasta los egipcios, el faraón Ramses II, el primero. Y este es también el caso de este temido mar y aterradora puerta de entrada al lugar más fascinante de la tierra.
Si hoy con solo nombrarlo, pone la piel de gallina a cualquiera que lo haya cruzado, ¿cómo debía ser navegar a través de ese feroz mar en el siglo XVI, con los barcos y los medios de aquel tiempo? Como llegar al fin del mundo.

Francisco de Hoces y el terrible Mar que descubrió
El 25 de mayo de 1525 partía de A Coruña la expedición de García Jofre de Loaysa, cuyo objetivo era colonizar las Islas Molucas, hoy parte de Indonesia. En dicha expedición formada por 7 naves y 450 hombres, viajaban entre otros, Francisco de Hoces y Juan Sebastián Elcano. Ninguno de los dos volvería con vida de aquel viaje, del mismo modo que otros muchos, cientos de ellos. Tan solo 24 hombres vivirían para contarlo, pero eso ninguno de ellos podía imaginarlo en aquel momento, del mismo modo que lo que verían sus ojos.
Estando en el Estrecho de Magallanes, la nave San Lesmes, comandada por el marino castellano Francisco de Hoces, se vio arrastrada por una fuerte tormenta. La furia de Poseidón arrancó a la San Lesmes del resto de la expedición, lo que obligó a Hoces a navegar por donde ningún otro europeo lo había hecho antes. Francisco de Hoces estaba alcanzando por primera vez en la historia de la navegación los 55 grados de latitud sur. Allí no se acababa el mundo, sino que comenzaba otro. El capitán consiguió sacar a la San Lesmes de allí y reintegrarse a la expedición. Aquel tremendo paso que acababa de descubrir fue llamado Mar de Hoces en su honor.

Casi un año después, la San Lesmes volvería a perderse en un temporal, esta vez en aguas de Oceanía, nunca más se volvió a saber de ella, ni de sus tripulantes, Francisco de Hoces incluido. Se cree que naufragaron en las costas del sur de Australia.
Francis Drake, el pirata de la Reina de Inglaterra
Sesenta años después de que lo hiciera Francisco de Hoces, el corsario inglés Francis Drake se adentraría en aquel mar a bordo del The Golden Hind, su barco, que daría grandes beneficios a la corona británica.
En 1572 la reina Isabel I de Inglaterra, enemiga acérrima de Felipe II, le otorgó a Drake la patente de corso para poder atacar y asaltar barcos y enclaves españoles.

Francis Drake fue el primer inglés en dar la vuelta al mundo, aunque nada tenían que ver sus intenciones con las que llevaron a Magallanes y a Elcano a dar la vuelta al globo. El objetivo del corsario inglés era el saqueo, y fiel a ello, así lo hizo tanto con barcos como con puertos españoles por el Atlántico, y también en el Caribe y en el Pacífico.
A bordo del The Golden Hind, atracado en el mismo Támesis, la reina Isabel I de Inglaterra lo nombró caballero. Francis Drake pasaba en aquel momento a convertirse en Sir Drake.
Esta circunnavegación de Drake inició una era de conflicto con los españoles y en 1585 comenzó la guerra anglo-española.
Francis Drake se encontraba entre los comandantes de los navíos que lucharon contra la Armada Invencible, enviada a Inglaterra por el monarca español Felipe II contra la reina Isabel I.

Asaltar los enclaves españoles de ultramar y hacerse con todas las riquezas posibles fue el leitmotiv de su vida y también la causa de su muerte. Drake atacó sin éxito San Juan de Puerto Rico y aunque logró sobrevivir a una bala de cañón española lanzada contra el camarote de su barco, moriría tan solo unas semanas después de disentería.
Su cuerpo fue lanzado al mar en un ataúd forrado de plomo y sellado, cerca de Portobelo. Los ingleses siguen hoy aún buscando los restos del pirata al que convirtieron en héroe.
El nombre de “Pasaje de Drake” se utiliza en la cartografía internacional por encima de Mar de Hoces. ¿Puede deberse el cambio del nombre a un mal sabor de boca por la derrota inglesa contra los españoles?
¿El Mal del Drake? Qué es el Mal de mar
“Clara, tú tómate estas pastillas cada 8 horas en lugar de cada 12”, me dijo Juancho, el médico del buque.
Español de origen venezolano, Juan Andrés Urosa o Juancho, como le gustaba que lo llamaran, había sido también médico en la base española Juan Carlos I en la Antártida. Su pasión por recorrer el mundo lo había llevado desde la encantadora ciudad de León en España, donde ejercía como médico de familia, hasta la Antártida, primero en la base y ahora en el buque de expedición. Conocía mil y un rincones del mundo, del mismo modo que las reacciones que podía provocar el Pasaje de Drake en el cuerpo humano, como el mío, que ya estaba literalmente del revés.

Mi tez había perdido su tono rosado y era ahora de un amarillo cera, me costaba pensar con claridad y mi voz había bajado varios tonos, hablando ahora prácticamente en susurros. El mal de mar, también conocido como cinetosis, se había apoderado de mí aunque, por suerte, los vómitos no habían hecho su aparición en escena.

“Ponte esta otra pastilla debajo de la lengua y acuéstate, Clara, te encontrarás mucho mejor.”, me dijo Juancho con el tono paciente que lo caracterizaba.
Sus pastillas empezaron a hacer efecto, el mundo ya no me daba tantas vueltas, aunque los golpes de las olas movían mi cuerpo de un extremo al otro de la cama y las puertas del armario mal cerradas no dejaban de abrirse y cerrarse, dando golpes al ritmo de los movimientos del mar, hasta que Edu Burgos “Lomo”, el encargado de los camarotes, con su gran sonrisa, las cerró, según él con más maña que fuerza, aunque yo en esos momentos y con el mundo moviéndose bajo mis pies, no era capaz de gestionar ni de distinguir ninguna de esas dos habilidades.

Desde el puente de mando, mirando a un mar azul infinito, el capitán habla con la serenidad del que conoce el mar y sus traiciones, pero también del que ha estudiado en profundidad la historia de cada uno de aquellos navegantes intrépidos y talentosos (cómo diría él), que se atrevieron a adentrarse en sus aguas, como Francisco de Hoces.

Ninguna de las palabras de Osiroff estaban escogidas al azar, medía cada una de ellas tanto como las pausas y silencios, su sabiduría era tan extensa como el propio mar que tan bien conocía. Qué regalo de la vida, poder no solo escuchar sus palabras, sino poder hacerle una entrevista para la serie audiovisual sobre este viaje a la Antártida de la mano de Avista Multimedia y Polar Raid, que verá la luz próximamente; rodeados de blancas montañas antárticas, conversar con él sobre aquellos mares y sobre su historia, parte de ella por desgracia borrosa y también borrada, quizá a conciencia, del imaginario colectivo.
“Los mapas de los navegantes españoles en aquellos tiempos están tan bien hechos, que hasta yo sería capaz hoy de navegar con ellos.” Sus ojos profundos volvieron a fijar la mirada en el mar, solo su talento y maestría al timón del buque polar Ushuaia nos harían más llevadero un Pasaje de Drake o Mar de Hoces que había hecho temblar de terror al más valiente.
Ahora ya solo nos quedaba encomendarnos al capitán.

La terrible entrada a la Antártida, ¿Pasaje de Drake o de Hoces? | Marzo 2023 | Las sandalias de Ulises
Soy Clara, una viajera emocional y cultureta.
Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona.
... y cuando vuelves, ves que todo está igual pero tú ya no eres la misma.
La vida es el auténtico viaje y lo importante es disfrutar de cada etapa del camino, es por ello por lo que Las sandalias de Ulises es un blog de viajes camino a Ítaca.
Dios los pelos de punta, erizada completamente, que experiencia, que fuerzas, que valor, pero que experiencia tan maravillosa
Hola Yisel
Muchas gracias por tu comentario!
Lo has definido incluso mejor que yo, pelos de punta! Una experiencia difícil de definir con palabras, toda una vivencia.
Gracias por tu comentario y por leer el blog
Clara, ha sido un placer compartir contigo esta inolvidable experiencia
. Según leo tu crónica revivo el paso del Drake pero ademas tus aportaciones e informaciones que acompañan al texto lo completan!
Gracias
Muchas gracias África!!
Aún estoy asimilando lo que significa la experiencia que hemos vivido! Un lugar único en el planeta, tan bello cómo inaccesible.
Qué viaje tan bonito!
Muchas gracias por tu comentario!
Un abrazo enorme!
Espectacular relato Clara!
Muchas gracias Elena!
La verdad es que fue una experiencia única, difícil de explicar
Un abrazo!
Hola Clara
Tengo muchas ganas de ir a la Antártida pero me da pavor el Drake.
No hago el viaje por el dichoso pasaje que me aterroriza.
He leído tu experiencia y me confirma aún más este temor.
Tu, volverías a hacer el viaje en mismas condiciones en que lo hiciste?
Gracias
Hola Coral!
Yo volvería mañana mismo con los ojos cerrados!
He oído que aún puede ser peor que el mío e incluso más tranquilo, es una lotería, aunque es cierto que que sea un mar en calma es complicado.
Yo pasé prácticamente el día y medio que duró cruzar el Mar de Hoces en cama y de tumbado, a pesar de los movimientos, se lleva bastante bien (si cómo yo eres propensa al mareo).
Las pastillas que me dió el médico eran para el vértigo y ayudan mucho.
La Antártida lo vale, de verdad!y un día en cama y un poco indispuesta no es nada para lo maravillosa que es la Antártida!
Yo te ánimo a que des el paso! (Y yo soy de las que se marea con 4 curvas en el coche)
Es increíble!!
Un abrazo!