La Viena de Mozart

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La Viena de Mozart

 

Desde aquí abajo no pareces tan menudo, pero es que no es posible medir tu grandeza, incluso la palabra genio se te quedó corta. Un cerebro privilegiado en un cuerpo jovial y alegre a cuyo rostro jamás le faltaba una sonrisa, eras brillante y lo sabías. Aunque no sé si algún día fuiste consciente de que tu legado traspasaría el tiempo como lo ha hecho. Tenías un don y lo regalaste a la eternidad.

 

Y aquí me encuentro, en la tranquilidad del jardín de Burggarten hablando contigo, frente a tu escultura de mármol estilizada, equilibrada y elegante, obra de Viktor Tilgner, alegre, a la par que trascendental, como tu música.

MÚSICA, pero con mayúsculas sería la más ajustada de tus definiciones.

 

Mozart

 

 

 

 

 

 

Mozart en Palacio de Schönbrunn

 

El talento para la música de Wolfgang Amadeus Mozart comenzó a despuntar desde su más tierna infancia y aunque nació en la preciosa ciudad austríaca de Salzburgo, su destino y su carrera musical quedarían unidas a Viena para siempre.

 

Familia Mozart

 

El inicio de aquella relación con la capital austríaca empezaría cuando con tan solo 6 años Mozart brilló en el salón de espejos del palacio de Schönbrunn frente al emperador Franz I. Stephan, su esposa Maria Theresia y sus invitados. Todos los presentes quedaron maravillados con la música de este pequeño genio.

Tras esto vendrían las giras por Europa, su fama de niño prodigio iría creciendo al mismo ritmo que lo hacía su talento musical.

Desde muy pequeño Mozart supo que era en Viena donde tenía que estar si quería triunfar como músico, Salzburgo se le quedaría pequeña pronto y aunque recorrería muchas otras ciudades europeas, su hogar sería siempre la capital austríaca.

 

Jardines Palacio de Schönbrunn, Viena

 

 

 

Casa de Mozart, Mozarthaus

 

Mozart cambió muchas veces de casa, era común en la época que los compositores lo hicieran, pero todas estas mudanzas iban unidas también a los cambios en su situación económica, Mozart quería ser un músico independiente y en la época de los mecenazgos aquello no fue tarea fácil.

De las múltiples casas en las que vivió el genio de la música, tan solo se conserva la Mozarthaus, en la calle Domgasse 5, la que hoy se ha convertido en la Casa Museo de Mozart, en pleno centro de la ciudad, muy cerca de la Catedral. Aquí compuso entre otras obras “Las bodas de Fígaro”.

 

El apartamento de Mozart era grande y señorial y siempre estaba lleno de gente, de invitados, de estudiantes, mascotas y niños. El periodo durante el cual vivió en esta casa fue uno de los más felices de su vida. Aquella alegría y alboroto le daban energía para componer, cosa que hacía con una rapidez inusitada y una calidad magnífica, en ninguna de sus partituras se aprecian tachones o borrones, todo estaba claro en su excepcional cabeza antes de plasmarlo en el papel.  La cantidad de excelentes obras que creó en sus escasos 35 años de vida es una de las tantas evidencias de su genialidad.

 

Casa Museo de Mozart

 

 

La casa no conserva muebles originales, pero nos ayuda a hacernos una idea de cómo era la vida de los Mozart en aquel lugar, además de hacer un recorrido por su obra y sus momentos vitales en cada una de las estancias. De todos los lugares relacionados con su persona, la Mozarthaus es la que más profundiza en su figura, y en su vida privada, además de en su prolífica obra.

Además, nos descubre su profunda relación con la masonería y el juego, una de las causas de su alto tren de vida y de las penurias económicas que sufrió en los últimos años de su vida.

Mozart además de ser un genio era una persona alegre, jovial y con un gran sentido del humor, una persona divertida, además de inteligente y trabajador. Un genio sociable y sensible, cuyas obras de equilibrio perfecto parecían sencillas a pesar de su gran complejidad. Hizo que lo difícil pareciera fácil y que una aparente ópera bufa llevará realmente un mensaje de gran calado y profundidad. Es difícil definir con palabras todos sus matices, pero para eso está su música, que habla por sí sola.

La Mozarthaus es una visita imprescindible para los amantes del compositor y su obra. La delicada voz de la audioguía te guía por los 1.000 m² del museo, sacándote una sonrisa con las anécdotas más mundanas de la vida del compositor, al mismo tiempo que erizándote la piel cuando frente a la máscara mortuoria de Mozart suena su Réquiem. Así es Mozart, capaz de hacerte reír y llorar, un recorrido por las emociones más profundas, cosa que solo los genios son capaces de hacer.

 

Mozart

 

 

La catedral de San Esteban de Viena

 

La catedral de San Esteban tampoco olvida al que fuera su director musical adjunto, Wolfgang Amadeus Mozart recibió este nombramiento poco antes de morir. Allí, en Stephansdom había tenido lugar la celebración de su matrimonio y también lo tendría su funeral.

Recuerdo la primera vez que vi la “Stephansdom”, como se conoce a la catedral de Viena, me impactaron las figuras geométricas de su tejado y sus torres, era de noche y la tenue iluminación le daba un halo de misterio.

 

Catedral de Viena

 

 

En ese mismo lugar, en el siglo XII se construyó una iglesia románica, la nueva catedral gótica no se construiría hasta el siglo XIV, y ya siglos más tarde llegarían las ampliaciones barrocas. Reflejo de su azarosa historia, la catedral sufriría desperfectos durante las invasiones turcas y siglos más tarde con las Guerras Napoleónicas. En la Segunda Guerra Mundial quedaría gravemente dañada como consecuencia de un incendio.  Tras la Guerra se recaudaron fondos para su reconstrucción reinaugurándose en 1952.

Para su tejado, ese que tanto me sorprendió la primera vez que lo vi,  se utilizaron más de 200.000 tejas de diferentes colores colocados en zigzag, patrón que está interrumpido en uno de los laterales por el águila bicéfala imperial y real.

 

Tejas catedral

 

 

Si su preciosa imagen exterior la han convertido en uno de los símbolos de Viena, su belleza interior es aún mayor teniendo en cuenta los tesoros que alberga, entre otros los restos mortales de gran parte de la familia Habsburgo y las reliquias de San Valentín.

En las gélidas noches de diciembre, cuando la lluvia y el viento hacen su aparición, y las gotas chocan contra el tejado de la catedral, parece estar también haciéndolo el propio espíritu de Mozart en su lecho de muerte.

 

Interior catedral Viena

 

Mozart y la Masonería

 

Son muchos los mitos que rodean a la masonería, más allá de estas leyendas ocultistas, esta institución era un centro de pensamiento de un nuevo orden, un foro de grandes intelectuales,  ilustrados y humanistas que buscaba la evolución personal y el progreso social teniendo como pilares la fraternidad y la ayuda mutua.

En 1784 Mozart pasó a formar parte de la logia masónica de Viena, conocida como “La Beneficencia”. La logia supuso para Mozart un lugar de encuentro con científicos, intelectuales y artistas que pensaban igual que él, algunos de los cuales fueron un gran apoyo para él durante sus últimos años de vida, incluso económicamente.

Mozart compuso muchas piezas musicales para la masonería, para la logia la música es una de las siete artes y las obras del compositor eran tan valoradas en la institución que se interpretaban en sus celebraciones. Aunque la que está considerada como la obra masónica de Mozart por excelencia es la Flauta Mágica.

 

Flauta Mágica

 

 

Esta ópera de Mozart está repleta de referencias y símbolos apenas perceptibles para los legos en la masonería para los cuales será un cuento de hadas. Se interprete como se interprete, la Flauta Mágica no deja de ser una de las tantas maravillas de Mozart que se estrenaría en Viena pocos meses antes de la muerte del compositor.

 

Mozart y la masoneria

 

 

 

La Casa de la Orden Teutónica en Viena

 

Paseando por las calles de Viena una cruz llamó mi atención, se trataba de una vieja conocida, una cruz negra sobre un fondo blanco. El símbolo de la Orden Teutónica cuya sede fue durante siglos el Castillo de Malbork, en Polonia.

 

Orden teutónica en Viena

 

 

La Casa de la Orden Teutónica de Viena es la sede principal de la Orden en Austria y allí vivió Mozart durante un tiempo, cuando llegó a Viena como músico de la corte del arzobispo de Salzburgo. La relación entre Mozart y el arzobispo no era muy buena, el músico no se sentía valorado y fue el principio del fin de su relación profesional con el arzobispo.

Durante el tiempo que Mozart vivió en la casa de la Orden de los Caballeros Teutónicos el compositor celebró algunos conciertos en la conocida como la Sala Terrena, una preciosa sala con frescos que se utiliza a día de hoy como sala de conciertos

En la Casa de la Orden Teutónica se encuentra también el tesoro de la orden, los archivos de la Cámara del Tesoro con documentos y piezas que pertenecieron a los Grandes Maestres.

Es un placer entrar a su pequeña iglesia en cuyo interior se encuentran los emblemas de los Grandes Maestres y pasearse por su precioso patio interior, cerrar los ojos y escuchar a Mozart tocando… o discutiendo con el arzobispo de Salzburgo.

Mozart regresó a Salzburgo buscando desde aquel momento la forma de volver de nuevo y para siempre a Viena.

 

Patio casa de la orden teutónica

 

 

 

El Requiem de Mozart

 

Un mensajero sin nombre vestido de negro como si se tratara de la propia Parca, se acercó a Mozart para hacerle un encargo, la composición de un réquiem. Le dio un adelanto, lo emplazó para el mes siguiente y desapareció.

Wolfgang Amadeus Mozart tuvo que priorizar la composición de la ópera La clemencia de Tito para festejar la coronación de Leopoldo II en Praga. Antes de subir al carruaje que lo llevaría a  aquella ciudad para asistir a la celebración, el personaje misterioso volvió a hacer acto de presencia.

 

 

 

Mozart empezó a sentirse enfermo en aquel viaje a Praga, la muerte había comenzado a perseguirle.

A su vuelta todos sus esfuerzos y sus energías mermadas por su delicado estado de salud se volcaron en aquel Réquiem, la que acabó convirtiéndose en la obra más transcendental del compositor. La muerte le sobrevino antes de finalizarla, quizá fuera consciente de que estaba componiendo realmente su propio Réquiem.

El personaje oscuro y siniestro que le realizó el encargo no era la muerte, sino un compositor aficionado, el Conde Franz Walsegg-Stuppach, que quería hacer pasar el réquiem de Mozart por una obra suya en homenaje a la muerte de su esposa.

El Réquiem fue finalmente acabado por Franz Xaver Süssmayr, discípulo de Mozart quien anotó todas las indicaciones que el genio le había hecho en su lecho de muerte, sabedor de que su vida se apagaría antes de finalizarlo.

 

Requiem

 

 

Cada mes de diciembre la catedral de San Esteban de Viena homenajea al gran genio de la música interpretando el “Réquiem de Mozart”.

 

 

La tumba de Mozart en Viena

 

El que fuera uno de los más grandes compositores de la historia moriría la fría madrugada del 5 de diciembre de 1791, en la pobreza y con apenas 35 años. Debido a sus estrecheces económicas su funeral no fue el que hubiera merecido su figura.

El frío cuerpo de Wolfgang Amadeus Mozart fue envuelto en una sábana y trasladado en una carroza de caballos, con el enterrador y la lluvia como única comitiva, hasta el cementerio de St Marx en Viena, donde fue enterrado en una tumba comunitaria cuyo lugar exacto aún a día de hoy se desconoce.

 

Nunca se encontró tu tumba, pero nadie duda de tu inmortalidad

 

 

Ayuntamiento Viena

 

 

Las estrellas brillaban con una intensidad inusual, a pesar de las luces de la noche vienesa era posible ver con total claridad el cielo estrellado.

Tomé asiento, frente a mí el imponente Rathaush y el manto de la noche como único techo. La gran pantalla del ayuntamiento indicaba que iba a comenzar el festival de cine de Rathaush.

La suave brisa de la noche acarició mi rostro y se hizo el silencio más absoluto cuando la Filarmónica de Salzburgo apareció en la pantalla, iba a comenzar El Requiem de Mozart.

Mozart en Viena, no podía ser de otra manera.

 

 

 

 

 

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La Viena de Mozart | Junio de 2021 | LAS SANDALIAS DE ULISES

 

 

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Soy Clara, una viajera emocional y cultureta.
Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona.

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