Nunca nada vuelve a ser igual
Hace poco más de un mes, me venía a la mente, con lágrimas en los ojos, el cielo estrellado de la Isla Canguro en Australia. Uno de mis lugares favoritos del mundo que fue devorado por las llamas casi en su totalidad.
Curioso lo lejos que quedan ya esos tristes pensamientos.
La Isla Canguro
La isla Canguro es el lugar que me hizo enamorarme de Australia, donde vi por primera vez canguros y koalas en libertad. Una preciosa isla parque natural, uno de los grandes tesoros del país, en la que habitaban koalas, canguros, leones marinos, focas neozelandesas, multitud de aves y las últimas abejas de la Liguria que producen miel pura como en ningún otro lugar del mundo o por lo menos así lo hacían hasta ahora, entre otros animales australianos en peligro de extinción, una auténtica joya natural, la galápagos australiana.
En los incendios que arrasaron Australia perdieron la vida millones de animales, también personas, se destruyeron bienes materiales, casas, fábricas y especialmente la isla Canguro, siendo una de las zonas que más ha sufrido dada la fragilidad de su ecosistema.
Ahora nos arrasa a nosotros cual plaga de Egipto una pandemia que corre más rápido que el fuego azuzado por el viento. No es necesario marcar con sangre de cordero la puerta de casa, con quedarse dentro todos sería suficiente.
Que delicado es el equilibrio del que depende todo. Una chispa. No somos conscientes de lo frágil qué es la vida, o quizá ya estemos empezando a verlo.
Nada vuelve a ser igual dos veces
Ni yo soy la misma que viajó a la Isla Canguro, ni la isla ahora se parece al lugar que yo conocí, nunca nada vuelve a ser igual. Del mismo modo que yo no seré la misma cuando acabe esta cuarentena y probablemente tú tampoco. Eso sería sin duda una buena noticia para todos.
Renacer como el Ave Fénix de entre las cenizas, la Isla Canguro y cada uno de nosotros.
La primavera siempre acaba volviendo. Sea el invierno más duro o más suave, las flores siempre vuelven a surgir.
No somos conscientes de la rapidez con la que cambian las cosas. Quizá sea un buen momento para pararnos a reflexionar sobre ello. Sobre lo que tenemos, sobre lo que hemos perdido, lo que podemos perder en un abrir y cerrar de ojos y sobre lo que quizá también, hemos ganado.
¿Qué le dirías a tú yo del mes pasado?
El mío estaba en Chicago sin ser consciente de que quizá era el último viaje que haría en una larga temporada.
¿Lo hubiera disfrutado más si lo hubiera sabido? Probablemente no, hace tiempo que aprendí que los momentos no vuelven y hay que saborearlos.
Vuelve a hacerte esta pregunta el mes que viene.
¿Qué le dirías a tú yo del mes pasado?
Nada es para siempre
No podemos estar pensando constantemente en que hoy es el último día de nuestra vida, la ansiedad no nos dejaría vivir. Pero hay que ser conscientes de que el reflejo de la afilada guadaña nos puede estar esperando en la siguiente esquina.
Lo único real es el presente, el aquí y él ahora. El pasado es historia, nuestra historia, importante conocerla, para aprender de ella y como “los pueblos desmemoriados” que no se repita y el futuro es incierto, un absoluto misterio.
El presente es hoy ¿Estas dónde quieres estar?
El avión de Ukraine International Airlines en Irán
Hace escasos 2 meses sucedía otro hecho, otra punzada en el corazón. Un avión de Ukraine International Airlines, una de mis compañías aéreas favoritas, era alcanzado por error por un misil en Irán.
Curioso también lo lejos en el tiempo que parece quedar esto.
Por su cercanía este suceso me tocó muy profundamente. ¿Cercanía? ¿en Irán?
Si, Irán está en mi lista de destinos soñados, y es muy probable que hubiera volado allí con FlyUIA, compañía con la que vuelo muchas veces y a la que me siento emocionalmente muy unida.
¿Podía haber estado yo en ese avión? Si, y quizá tú también. Con mi ritmo de viajes hasta ahora, tenía más probabilidades de eso que de que me tocara la lotería.
El azar es caprichoso y no entiende de justicia, ¿o es el destino? te toca o no te toca. Del mismo modo que la enfermedad, que no entiende de clases sociales. La muerte nos llega a todos.
Quizá vivas situaciones de riesgo de las que salgas sin ningún rasguño y la parca te esté esperando en la más inocente de las circunstancias. No hay nada más cierto que la “incertidumbre” del final, nadie sabe cuándo ocurrirá. Ojalá seas viejo cuando llegues a Itaca, pero mientras ese momento suceda, disfruta del camino y pide que sea largo.
Decisiones
¿Por qué no viajaste a Irán aquel octubre? En aquel momento estaban sobre la mesa Australia e Irán, la balanza acabó decantándose por el primero.
Y ahora ambos lugares volvían a conectarse de nuevo. Quizá estos hechos aislados solo tenían relación entre sí para mí. ¿sincronicidad? ¿se estaba cerrando un círculo quizá? Unos días después en Omán comprobaría que más bien parecía estar abriéndose otro.
Las decisiones que tomamos conforman nuevas realidades, constantemente. Y las que no tomamos también, acción por omisión.
La Australia que yo conocí ya no existe ¿y el Irán que quería conocer? Aunque quizá lo que verdaderamente está cambiando es el mundo tal y como lo conocíamos hasta ahora. Eran señales de lo que estaba ¿o aún está? por venir.
Observar las estrellas
Hoy estás aquí viendo con tus propios ojos la vía láctea desde las antípodas y mañana, que es ya hoy, una pandemia te impide salir de casa, cierra fronteras, colapsa hospitales, te separa de tus seres queridos y mata a miles de personas en pocos días.
Pero puedes dar gracias, puedes ver las estrellas desde el balcón, hay quien las verá desde una tienda de campaña en un campo de refugiados o no podrá hacerlo porque el techo de un hospital se lo impide. Curioso el cielo que nos cubre a todos, pero no nos arropa por igual.
Pero hoy recuerdo especialmente el cielo estrellado de la isla Canguro, no es el más espectacular de Australia ni mucho menos para eso está el del Outback, el desierto australiano, cuya visión de la Vía Láctea te deja sin palabras. Pero me viene a la mente la paz de pasear por la noche, intentando no pensar en que se podría cruzar una serpiente venenosa, por el camino, simplemente guiada por la luz de las estrellas.
Hacía mucho tiempo que no experimentaba esa tranquilidad, también en mis circunstancias de aquel momento, con las estrellas como faro. Sin el objetivo de llegar a ningún lugar en particular.
No tenía nada de especial y lo tenía todo. La felicidad de las cosas sencillas, la calma que solo un cielo brillante puede transmitir.
Valorar lo que tenemos
Hay personas que son eternos insatisfechos, lo tienen todo excepto a sí mismos y otros en cambio que con poco son felices y así lo contagian a los que tienen alrededor. Quizá no sea el mejor verbo para utilizar en este momento. Pero si sea el momento para volver a valorar lo realmente importante, rodearnos de personas que nos transmitan y alejarnos de aquellas que nos infectan. Curiosa paradoja que un virus te aleje de personas tóxicas.
Es una buena ocasión para hacerse preguntas y mejor situación para comenzar a responderlas. Si el aislamiento es en soledad, disfruta de ella, si es en convivencia disfruta de ellos.
Ahora mismo no queda otro remedio que estar, no hay huida posible. Ni del lugar, ni de los que te rodean, ni de ti mismo, el ruido del bar y de las risas no puede ya ensordecer tus propios pensamientos.
Las circunstancias han desacelerado nuestro frenético ritmo de vida, trabajo, afterwork, quedadas, gimnasio, más quedadas, más WhatsApps, series…
Podemos seguir haciendo lo mismo pero en un espacio más reducido, teletrabajo, videollamadas, horas de skype, deporte online, series…
¿Solo ha cambiado el espacio? ¿O también el valor de las cosas?
Ahora que el tiempo parece eterno, nos damos cuenta de que nada dura eternamente.
“Cuando tenga tiempo” ese anhelado deseo ha aparecido ante nosotros cual regalo envenenado alejándonos de los que más queremos o haciéndonos ver cuánto los queremos. Todas las rosas tienen espinas, aprendamos a disfrutar del rosal.
Me asomo al balcón, esta noche las nubes no me permiten ver las estrellas, pero sé que están ahí y cuando el viento se lleve la borrasca, tú también las podrás ver.
Abramos las ventanas, hay muchas estrellas por las que dar gracias.
Sección VIAJE EMOCIONAL
Nunca nada vuelve a ser igual | Marzo 2020 | Las sandalias de Ulises
Soy Clara, una viajera emocional e intimista.
Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona. ... y cuando vuelves, ves que todo está igual pero tú ya no eres la misma.
También soy comunicadora de viajes en podcast, radio, televisión, charlas, eventos, y he colaborado en diversos proyectos turísticos.
La vida es el auténtico viaje y lo importante es disfrutar de cada etapa del camino, es por ello por lo que Las sandalias de Ulises es un blog de viajes camino a Ítaca.