El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla
Tenemos tendencia a deshumanizar a los criminales, a nuestra mente le cuesta procesar y a nuestro estómago digerir que una persona sea capaz de cometer crímenes horribles contra otras, contra un colectivo, un grupo étnico o ideológico distinto, contra otra nación o contra la suya propia, por el mero hecho de pensar diferente, para hacerlos desaparecer de la faz de la tierra o para hacerse con el poder. No eran ni son monstruos, ni demonios con cuernos y cola, eran y son personas de carne y hueso, como todos los que los apoyaron, les siguieron, le obedecieron y les jalearon, seres humanos como cada uno de nosotros.
Una de mis principales motivaciones para viajar es aprender, profundizar en otras culturas, sobre su historia, sobre las personas y su forma de pensar, abrir horizontes no solo geográficamente hablando, ganar en matices y ampliar perspectivas. Creo, y esto es totalmente subjetivo, que esto me hace mejor persona, quizá esté equivocada pero yo lo siento así.
Por esta razón a la hora de preparar un viaje, antes, durante y o después, me gusta leer literatura del lugar, conocer su historia en profundidad e investigar sobre su cultura, más allá de las cosas que hacer o ver, ello me ayuda a entender la carga de su mochila, sus puntos de vista y su forma de concebir algunas cosas.
Es motivo de risas entre algunos de mis amigos polacos que yo haya leído más literatura polaca que muchos de ellos, pero quizá por eso los comprendo tan bien. Haber vivido allí 2 años puede que también influya bastante.
Viajar también me ha enseñado la fragilidad de la paz, la inutilidad de las guerras y la velocidad con la que prende la mecha que arrasa con todo, una chispa basta. Y también lo rápido que olvida el ser humano las desagracias ajenas.
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ETA en España
Por mi edad, ya paso de los 30, recuerdo en mi infancia hacer vida normal pensando en que quizá una tarde de compras, estar cerca del coche “equivocado”, la papelera “elegida” o dar un paseo, podía ser el último; la sombra de la amenaza de la banda terrorista ETA cubría todos los rincones de España sin excepción.
El año 1991 fue el cuarto con mayor número de víctimas en la historia de ETA, un año más tarde, yo aún no había cumplido los 8, cuando Manuel Broseta fue asesinado, nunca he podido olvidar las duras fotografías que mostraban su cuerpo tendido en el suelo, cerca de la que en un futuro sería mi facultad, aunque en otra ubicación, entre otras tantas imágenes demoledoras de otros muchos atentados. Hace no demasiado tiempo paseando por mi cementerio favorito, el Cementerio general de Valencia, apareció frente a mí su tumba.
Unos años después una bomba en los lavabos del Corte Inglés de Valencia, mató a una mujer e hirió a otras 9, ir a los baños de un centro comercial para mí nunca volvió a ser lo mismo. Lugares de veraneo, playas, cafeterías, casas cuartel de la Guardia Civil… más de 800 personas asesinadas y miles heridas, incluyendo muchos niños entre los primeros y los segundos.
Cualquier lugar y en cualquier momento, no puedo negar que todo aquello se me quedó grabado a fuego en el subconsciente y me hizo tener interiorizadas muchas conductas. De hecho me pareció de lo más normal y lógico que en Manila a la entrada del hotel nos miraran los bajos del coche.
Hoy todo aquel dolor y sufrimiento nos parece muy lejano, pero no creo que las víctimas y sus familiares piensen lo mismo. La memoria es frágil cuando no te toca.
Paz, quizá a la Generación Z le suene a palabra vacía o a paloma blanca, para las generaciones precedentes estas tres letras pesan algo más.
El IRA en Irlanda del Norte
Fui a Irlanda por primera vez con 14 años, un país cuya gente, historia y paisajes me conquistaron por completo. He vuelto en dos ocasiones más y estoy deseando ir una cuarta. Irlanda es uno de esos lugares que son parte de mi forma de ser.
Era agosto de 1998 y después de recorrer por completo la República de Irlanda en coche decidimos subir a Irlanda del Norte, ver la Calzada del gigante era uno de mis sueños viajeros. Íbamos camino de Derry, era 15 de agosto, la ciudad nos recibió completamente cerrada a cal y canto, no había ni un alma, tan solo recorrían la calle las tanquetas de la policía. No podré olvidar jamás aquellas imágenes, alambradas de espino, micrófonos direccionales y murales en las paredes, y he podido olvidar menos aún la sensación de temor que me produjo todo aquello.
A pocos kilómetros de allí acababa de tener lugar el atentado de Omagh. El IRA había puesto un coche bomba en el centro de la ciudad. A las 15:10 detonaron los más de 200 kg de explosivos, murieron 29 personas y más de 200 resultaron heridas, entre ellas niños.
Por fortuna Irlanda del Norte ha cambiado mucho desde entonces, las ciudades han dejado de ser grises para recuperar el color y la alegría que solo el que ha vivido en la oscuridad sabe reconocer. La luz que solo la paz otorga. Más de 3.600 personas fueron asesinadas y 30.000 resultaron heridas durante los “troubles”.
Zona 0 de Nueva York
Viajé a Nueva York por primera vez en 2002, un año después de los Atentados del 11S. Las imágenes de la zona 0 casi 12 meses después del atentado seguían siendo desoladoras. Un enorme agujero en el suelo del que sacaban escombros sin parar, aún quedaban fragmentos de las fachadas del World Trade Center. El mundo no volvió a ser igual después de aquello y Nueva York tampoco.
Aunque lo más impactante fue visitar la Capilla de St Paul, que a pesar de su proximidad sobrevivió al atentado del 11S. En su interior una gran cantidad de objetos, recuerdos y cartas rendían homenaje a los bomberos y policías que dieron su vida por intentar salvar la de las personas que se encontraban en el interior de las Torres gemelas. Todos los alrededores del World Trade Center conservaban aún los homenajes espontáneos de aquellos días de dolor, en vallas, paredes y hasta en la tela metálica de rodeaba las obras de desescombro de la Zona 0. Otra de las imágenes que ha quedado para siempre grabada en mi memoria, acompañada del escalofrío que me recorrió la espalda al verlas.
Volví a Nueva York 13 años después, la ciudad había cambiado muchísimo, ahora aquella Zona 0 que yo vi llena de escombros y camiones que los recogían es el National September 11 Memorial & Museum en homenaje a las víctimas de los atentados del 9/11 y junto a él el One World Trade Center o la Torre de la Libertad.
Campo de concentración de Auschwitz- Birkenau
Es difícil describir con palabras lo que se siente al visitar Auschwitz- Birkenau, el campo de exterminio al sur de Polonia, en el que fueron asesinadas más de 1 millón de personas a manos de los nazis, una auténtica fábrica de muerte.
He visitado 3 veces este doloroso lugar y en todas ellas la sensación ha sido igual de demoledora. Si hay un sitio que representa la masacre, el genocidio y hasta dónde puede llegar la crueldad del ser humano, ese es Auschwitz.
Considero que es una visita dura, pero obligatoria para ser conscientes y no olvidar que todo aquello lo llevaron a cabo seres humanos de carne y hueso, personas que tras “una dura jornada de trabajo” llegaban a casa, abrazaban a sus hijos y les contaban cuentos antes de irse a dormir.
Además de las montañas de gafas, maletas, utensilios de cocina y toneladas de pelo, impactan especialmente las fotografías de algunos de los prisioneros, en las que indica su edad, fecha de entrada al campo y fecha de su muerte, 3 meses, 6 meses… pocos eran los que sobrevivían mucho más, y todo ello se refleja en sus ojos tristes y hundidos por saberse cerca de su cruel final. Detrás de ese número de muertos y de ese número de registro tatuado, hay una historia, real, de personas, judíos muchos, pero también prisioneros políticos del ejército polaco, intelectuales, homosexuales y gitanos, entre otros colectivos, que entraron, pero nunca jamás volvieron a salir de allí.
Personas, llevadas allí por otras personas, que llegaron al poder con el apoyo de otras. Seres humanos hacinados en guetos por otros seres humanos. Individuos delatando a otros cuando sabían las terribles consecuencias que aquello podría acarrear. Hombres y mujeres todos, las víctimas y los verdugos y todos los que de una forma u otra, por acción u omisión, colaboraron para que aquella pesadilla se hiciera realidad.
Treblinka, Sachsenhausen y otros tantos en los que la condición humana dejó de serlo.
Pero no solo a manos de los nazis, tras la liberación de los campos de concentración por parte del ejército soviético muchos prisioneros políticos fueron deportados a Siberia, a los Gulag, acusados de “espionaje” por haber sobrevivido a la barbarie nazi.
Las pesadillas no entienden de colores y en Polonia lo saben bien, mientras unos comenzaban a ser deportados a los campos de concentración por su religión, ideas políticas o condición social, otros, miles de oficiales del ejército polaco, funcionarios e intelectuales, se calcula que más de 20.000, fueron ejecutados en el bosque de Katyn a manos del NKWD, el precursor de la KGB.
Holomodor, el Genocidio ucraniano
Pero el de Katyn no era el único asesinato en masa llevado a cabo por los soviéticos, años antes Stalin, dentro de un plan preconcebido para acabar con los campesinos ucranianos, mató de hambre a entre 2 y 4 millones de personas. Ucrania con sus campos de trigo fértil producía grandes cantidades de grano que fueron confiscadas en su totalidad por Stalin provocando de forma intencionada una hambruna artificial que fue conocida como el Genocidio de Holomodor, que en ucraniano significa hambruna.
Uno de los episodios más tristes y oscuros en la historia de este país del Este de Europa que los ucranianos no han podido olvidar.
Hubo y habría muchos más asesinatos, masacres y genocidios con fines políticos.
Hay ocasiones en las que el odio nace de un grupo terrorista o de un estado totalitario, pero son muchas otras en las que este sentimiento se cuece a fuego lento día a día. Situaciones en las que la semilla de la animadversión que se creía enterrada se vuelve a regar hasta que esas malas hierbas lo acaban invadiendo todo. Se va poco a poco alimentando al monstruo que lo acaba arrasando todo a su paso.
Lenguaje de odio
El lenguaje modula el pensamiento y determina la forma en la que percibimos la realidad, tiene el poder de transformar para bien y para mal, la palabra tiene fuerza para crear y para destruir. El lenguaje es la herramienta de comunicación más poderosa que existe, pero también es un excelente instrumento de manipulación social y político.
El lenguaje que utilizan los medios de comunicación es el que acaban adoptando los ciudadanos, si se tiene el control de los medios se acaba teniendo el control de la mente de la población. El lenguaje y el mensaje se van pervirtiendo poco a poco con fines políticos, las palabras se moldean para persuadir y acaban transformando la mente de las personas y su concepto de las cosas.
Por este motivo la libertad de prensa y que los medios de comunicación puedan ejercer su labor sin censura ni control del Estado es esencial en los sistemas democráticos.
Bosnia, Serbia y Croacia, las guerras Yugoslavas
Josip Broz, más conocido como el Mariscal Tito gobernó Yugoslavia con mano de hierro hasta su muerte en 1980. Aquel país comunista atípico y no alineado estaba formado por seis repúblicas, cinco nacionalidades y tres religiones: católica, ortodoxa y musulmana.
Tras su muerte comenzaron a despertar los nacionalismos que fueron preparando el terreno para lo que vendría una década después. Los deseos de independencia se incrementaron y las guerras yugoslavas comenzaron con la secesión de Eslovenia y Croacia.
La Guerra de los Diez Días
Dada la homogeneidad étnica de Eslovenia los nacionalistas serbios no tenían tanto interés en la región y decidieron no malgastar los recursos y las energías que utilizarían contra Croacia. Por eso y dada su brevedad, a la Guerra de Eslovenia se la conoce como la Guerra de los Diez días. Por fortuna este precioso país sufrió poco la guerra.
Guerra de Croacia
Los medios de comunicación fueron de vital importancia en aquellos preparativos del choque nacionalista entre Serbia y Croacia, no en vano la televisión fue uno de los instrumentos favoritos de Milosevic. El lenguaje utilizado por la prensa, la radio y la televisión fue aumentando su beligerancia, el vocabulario xenófobo, belicista y de odio fue saltando de los discursos de los líderes políticos a la televisión.
Tanto en Serbia como en Croacia hubo despidos masivos de periodistas críticos con sus respectivos gobiernos. Cada vez se publicaban más artículos de prensa que incitaban al odio entre serbios y croatas, algunas televisiones se dedicaron a promover la inquina, esparciendo con ello la pólvora, una chispa sería suficiente y Serbia contaba con una supremacía militar aplastante.
Para transmitir, aún a día de hoy, los horrores de aquella guerra, nada mejor que los testimonios de Arturo Perez Reverte
La Guerra de Bosnia
Pero lo peor estaba aún por venir, en Bosnia, la guerra acabó convirtiéndose en un genocidio, las fuerzas serbio-bosnias, de religión cristiana ortodoxa, llevaron a cabo una limpieza étnica y mataron a decenas de miles de bosnios musulmanes, asesinando a niños, adolescentes y ancianos, además de a todos los hombres, en la conocida como Masacre de Srebrenica, convirtiéndose en el mayor asesinato masivo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, además de violaciones en masa de miles de mujeres bosnias y otras tantas masacres más.
La Guerra de Kosovo
La guerra continuaría por otros territorios de la antigua Yugoslavia hasta 2001, 10 años de guerra en pleno corazón de Europa, con miles de muertos y millones de refugiados hasta que la OTAN bombardeó Belgrado y otras regiones de Serbia y Kosovo, poniendo así fin a la Guerra. Sin contar con la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, la OTAN comenzó un bombardeo que duró 78 días, murieron miles de civiles y hubo decenas de miles de desplazados.
Era el año 1999 y algunas regiones de Serbia aún sufren las consecuencias de aquel bombardeo, dos décadas es un pasado muy reciente aún.
La antigua Yugoslavia en la actualidad
La antigua Yugoslavia se convertiría en Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Serbia, Macedonia y Kosovo, que tiene un reconocimiento limitado como estado.
En mi visita a Liubliana, la preciosa capital de Eslovenia, la guía nos explicó la Guerra de los Diez Días y sus consecuencias, a pesar de ser el país que menos sufrió todo aquello, no quieren que se olvide.
Unos pocos días después visité Zagreb y esta vez también el guía de la ciudad nos hablaría de los bombardeos, de las masacres y asesinatos y de la crueldad de los francotiradores. Hoy la hermosa capital de Croacia no luce cicatrices visibles del terror de la guerra, las heridas del alma son otra cosa.
Unos años antes pasé unos días en Belgrado. La capital de Serbia me encantó y me sorprendió muy positivamente. Aunque la ciudad ha sido restaurada por completo, aún se conservan algunos edificios testigos y víctimas de aquellos bombardeos de la OTAN. Conocedora de lo que es el dolor provocado por el odio y cicatrizando aún las heridas, las noches de Belgrado se llenan de vida y de gente, y los edificios oficiales se iluminan otorgándole la alegría que la cerrazón le hizo perder un día.
Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm en Berlín
Quizá, dada la fragilidad de la memoria, todos los lugares deberían tener su propia Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm. Esta iglesia de Berlín quedó destrozada por las bombas de los ataques aliados durante la II Guerra Mundial y se decidió que en lugar de demolerla se crearía un monumento conmemorativo para recordar la inutilidad y el dolor que causan las guerras. Como testimonio visible del horror.
No hay una vacuna contra el odio, de cada uno de nosotros depende que se dejen de alimentar monstruos, la tolerancia y la convivencia son tan valiosas como frágiles.
“Cuando los elefantes luchan, la hierba es la que sufre”, proverbio africano.
El tiempo todo lo cura, dicen, pero también lo acaba diluyendo todo, como un azucarillo en el agua, los recuerdos se vuelven borrosos y se difuminan. Los testigos de las tragedias van muriendo y ya solo quedan sus relatos, y con la lejanía que da el tiempo se acaban relativizando.
Hay que conocer la historia y sus consecuencias en profundidad para que no se repita y ser conscientes de que todas estas masacres y muchas otras han sido cometidas por el ser humano y aplaudidas por otros muchos. La mayoría de guerras y crímenes contra la humanidad comenzaron con las palabras como arma y el odio, como buen virus hizo el resto.
“El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”
Este post no pretende ser una lista sobre todos los conflictos y guerras existentes, faltan muchísimos, para eso ya están los libros de historia, que quizá deberían llenar más nuestras estanterías. Son solo reflexiones sobre ejemplos más o menos próximos de los efectos del odio.
Es uno de esos que duele escribir, pero es mucho más doloroso pensar que después de tanto sufrimiento no seamos capaces de ver aún cuales son las consecuencias de cultivar la intolerancia.
El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla | Junio 2020 | Las Sandalias de Ulises
Soy Clara, una viajera emocional e intimista.
Cada viaje es un descubrimiento de una parte de mi, conocer otros lugares y culturas ha sido también una forma de conocerme mejor y crecer como persona. ... y cuando vuelves, ves que todo está igual pero tú ya no eres la misma.
También soy comunicadora de viajes en podcast, radio, televisión, charlas, eventos, y he colaborado en diversos proyectos turísticos.
La vida es el auténtico viaje y lo importante es disfrutar de cada etapa del camino, es por ello por lo que Las sandalias de Ulises es un blog de viajes camino a Ítaca.